Las primeras luces del amanecer penetraban por los huecos laterales de la persiana echada, dispersándose con irregularidad. En la penumbra, con un gesto autómata, me miré en el espejo. Gruesas pinceladas violáceas rodeaban mis ojos y un rictus de ansiedad agitaba mis labios, haciéndolos temblar ligeramente. En mis oídos aún resonaba la puerta al cerrarse. ¿Como suena una puerta cuando quien la cierra es tu vida y lo hace desde fuera?
-Ya no....., me dijo
-Yo haré... seré... cambiaré..., dije en un desesperado intento por retenerla.
Ella me miró y en sus ojos había lágrimas y también determinanción. -Lo siento, ya no....
Y retumbó la puerta. Al cerrarse por fuera. Y quien la cerraba era mi vida.
Han pasado tres meses y aún siento el golpe duro, seco decidido... El golpe de mi vida al romperse.
Delach.-
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